domingo, 22 de julio de 2012
sábado, 21 de julio de 2012
La cueva del oso
Una
antigua historia habla de dos adolescentes que exploraban una cueva cuando
vieron lo que parecían ser las enormes y profundas huellas de un oso dentro de
un cavernoso túnel.
Decidieron
seguir avanzando dentro de la oscura caverna, pero caminaban despacio y con
mucha cautela. Hacían brillar la luz de sus linternas en cada rincón, y
mantuvieron los ojos y los oídos abiertos en el caso de que se fueran a
encontrar con un oso.
De
pronto, detrás de una roca saltó el oso de la apariencia más feroz que vieran
jamás. Parado ante ellos, el oso gruñó como un león, haciendo un eco de un
sonido horrible que rebotaba en las paredes.
Los
dos asustados muchachos corrieron a la entrada de la cueva con el oso
rugiéndoles detrás. Entonces uno de los muchachos se dejó caer en el suelo, con
rapidez se desató las botas de escalar, se las quitó y se puso tenis para
correr.
Su
amigo le gritó: ¡Apúrate! ¡Salgamos de aquí! ¿Por qué se te ocurre cambiarte las
botas? De todas formas, ¡no tenemos muchas posibilidades de correr más rápido
que el oso!
Poniéndose
de pie enseguida y comenzando a correr, el primer joven dijo: Yo no tengo que
correr más rápido que el oso, tengo que correr más rápido que tú...
Jesús
nos dice que un amigo es alguien que está dispuesto a dar su vida por ti, al
igual que Él lo hizo por todos nosotros. Pues un amigo de tiempos buenos es aquel
que solo estará a tu lado mientras no se corra ningún peligro. ¿Qué clase de
amigo eres tú?
Nadie tiene amor más grande que el de dar la vida por sus amigos. Juan 15,13
Fuente:
A través de la noche con Dios. Editorial Unilit.
jueves, 19 de julio de 2012
La Ultima Carta
Quisiera compartir con ustedes esta carta que me hicieron llegar, la cual me parece muy triste. Pareciera que ya he oído esta historia que esta llena de sabiduría, es por ello que quiero compartirla con ustedes.
Esta carta fue
encontrada junto a la cama de una anciana en un asilo que acababa de morir.
Estaba dirigida a su enfermera, quien la cuidaba la mayor parte del tiempo.
Dice así:
¿Qué ves cuando me curas? ¿Qué ves
cuando me miras? ¿Qué piensas cuando me dejas? ¿Qué dices cuando hablas de mi? La
mayoría de las veces ves una viejita corajuda, con la mirada
perdida, poco lucida, que babea cuando come y nunca responde cuando debería…
Siempre pierde un zapato o un calcetín,
a veces dócil te hace como quiere, al bañarla o hacerle la comida logra hacerte
el día gris. ¡Esto es lo que ves! Ahora abre los ojos. No soy yo, Te diré quien
soy... Soy la última de diez hermanos
que se amaban...
Fui una joven de 16 años con alas
en los pies, tan soñadora que muy pronto encontró su novio y se caso a los
veinte años. Todavía mi corazón salta de emoción cuando recuerdo las promesas
hechas aquel día. A los 25 años mi hijo me necesitaba para estudiar en casa. A
los 30 años mis hijos crecen ya muy rápido, pero estamos muy unidos.
Tengo cincuenta años y ellos no tardan
en irse de la casa, pero mi esposo vela a mi lado. Tengo 60 años y a mi
alrededor otra ves están jugando niños. Después vienen los años oscuros, mi
marido enferma a punto de muerte, veo el futuro temblando de miedo, pues mis hijos
luchan por sobresalir ellos mismos.
Pero pienso en los años y en el
amor que he conocido y guardado en mi corazón. Ahora soy vieja, la naturaleza
se divierte uniendo la vejez con la locura. Mi cuerpo se adormece y en mi solo
queda la ilusión y la esperanza de que pronto saldré de esta enfermedad.
Y con la edad avanzada siento que
allá donde en un tiempo tuve un corazón, ahora hay una piedra. Pero en esta vieja
quejumbrosa permanece aquella joven cuyo viejo corazón trabaja sin descanso. Recuerdo
mis alegrías, mis dolores y siento otras ves la vida y la amo.
Vuelvo a pensar en los años tan breves y rápidos que han
pasado, y acepto la implacable realidad que nada dura para siempre... Ahora abre los ojos, tu que me curas y ve no a
la vieja corajuda!!! mira bien y me veras a mi…
Dentro de esta carta podemos observar que la Gloria de Dios no regresa al cielo sin haber fecundado antes la tierra, esta carta refleja el culmen de una gran batalla donde el amor triunfa sobre el dolor... La muerte no es un final es un paso a la presencia de DIOS...
Dentro de esta carta podemos observar que la Gloria de Dios no regresa al cielo sin haber fecundado antes la tierra, esta carta refleja el culmen de una gran batalla donde el amor triunfa sobre el dolor... La muerte no es un final es un paso a la presencia de DIOS...
domingo, 8 de julio de 2012
Salto Olimpico
Una noche, fue a la piscina de la universidad a la que pertenecía. Las luces estaban todas apagadas, pero como la noche estaba clara y la luna brillaba, había suficiente luz para practicar.
El joven se subió al trampolín más alto y tornó la espalda a la piscina al filo de la rampa y extendió sus brazos, ante lo cual vio su propia sombra en la pared. La sombra de su cuerpo tenía la forma exacta de una cruz...
En lugar de saltar, se arrodilló y finalmente le pidió a Dios que entrara en su vida para poder llegar a conquistar grandes metas. Mientras el joven permanecía de rodillas en oración, el personal de limpieza ingresó y encendió las luces. Habían vaciado la piscina para repararla…
Esta historia nos muestra como Dios viene a nuestro auxilio en los momentos verdaderamente difíciles, solo vasta acércanos a el de corazón, para descubrir su inmenso amor…
“Todo lo puedo en Cristo que me Fortalece” Filipenses 4:13
domingo, 1 de julio de 2012
10 centavos
Un joven sacerdote fue invitado de último momento para que predicase un sermón en una iglesia a orillas de la ciudad. Siguiendo sus impulsos, usó como tema uno de los Diez Mandamientos: “No Robaras”.
A la mañana siguiente, subió a un autobús y le dio al conductor un billete de veinte pesos. El conductor le dio el cambio y él se dirigió a la parte trasera del camión. Echando un vistazo al cambio antes de guardarlo en su bolsillo, el hombre observó que el conductor le había dado diez centavos de más. Su primer pensamiento fue: El chofer del autobús no se dará cuenta jamás de la pérdida de diez centavos.
Sin embargo, cambió de opinión rápidamente, sintiendo en su conciencia que los diez centavos no le pertenecían y que los debía devolver al conductor. Regresó al frente y le dijo al conductor: “Usted me dio cambio de más”, y le devolvió los diez centavos.
Para su sorpresa, el conductor le contestó: “Sí, lo sé. Lo hice a propósito. Escuché su sermón ayer y lo estaba observando por el espejo mientras contaba su vuelto”.
El joven Sacerdote había pasado la prueba a la cual fue sometido por el conductor… y dio un firme testimonio de su fe...
¿Como hubiéramos actuado nosotros ante esta situación?... ¡Que todos nuestros actos concuerden con nuestras palabras!...
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