martes, 30 de julio de 2013





Le pedí a Dios..



Un día le pedí a Dios instrucciones para vivir en esta tierra y Dios acercó su voz a mi oído y me dijo:

Sé como el sol; levántate temprano y no te acuestes tarde...

Sé como la luna; brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz mayor...

Sé como los pájaros; come, canta, bebe y vuela...

Sé como las flores; enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces...

Sé como  un perro fiel; obediente pero nada más a su Señor...

Sé como la fruta; bella por fuera, saludable por dentro...

Sé como el día; que llega y se retira sin alardes...

Sé como el oasis; da tu agua al sediento...

Jornada Mundial de la Juventud Brasil 2013

Quien pago los latos rotos?


Mentalidad de niño...


Cuando pensamos en los niños, sobre todo en los que comienzan a caminar, llegamos a la conclusión de que siempre están en movimiento, nunca queriendo detenerse...

Van por cada día con más entusiasmo que un adulto puede imaginar y nunca se cansan. Navegan sus primeros años a menudo sin problemas y con una sonrisa en sus rostros... Los niños parecen tener algo que los adultos perdimos en el camino.

Tienen la habilidad de perdonar rápidamente, no preocuparse mucho y simplemente disfrutar las cosas sencillas de la vida. Nunca guardan rencor y resentimientos contra otros y si por alguna razón lo hacen, juegan e interactúan con ellos al día siguiente...

Allí fue que comencé a pensar para mí mismo: ¿Por qué no pueden los adultos comportarse así mismo? ¿Dónde perdimos este entusiasmo por la vida? ¿Podremos recobrarlo y mantenerlo?.

A veces la gente tiende a deprimirse sobre una variedad de cosas que están más allá de su control como el clima, o algo que vivieron en su pasado, o aún algo tan tonto como el que alguien halla hablado mal sobre ellos.



No estamos en esta tierra para sentirnos miserables, sino con propósito: para tomar cada día y aprovecharlo lo mejor. Para enfrentar nuevos desafío y crecer por ellos...

Jornada Mundial de la Juventud Brasil 2013


Un Error Perfecto...



Mi abuelo amaba la vida, especialmente cuando podía hacerle una broma a alguien.
 Hasta que un frío domingo en Chicago, mi abuelo pensó que Dios le había jugado una broma. Entonces no le causó mucha gracia...

Él era carpintero. Ese día particularmente él había estado en la Iglesia haciendo unos baúles de madera para la ropa y otros artículos que enviarían a un orfanato a China. 

Cuando regresaba a su casa, metió la mano al bolsillo de su camisa para sacar sus lentes, pero no estaban ahí. Entonces se fue de regresó a la Iglesia. Los buscó, pero no los encontró...

Se dio cuenta de que los lentes se habían caído del bolsillo de su camisa sin él darse cuenta mientras trabajaba en los baúles que ya había cerrado y embarcado. ¡Sus nuevos lentes iban camino a China!.

Él había gastado 200 dólares en esos lentes. “No es justo” le dijo a Dios mientras manejaba frustrado de regreso a su casa. “Yo he hecho una obra buena donando mi tiempo y dinero y ahora esto”.

Varios meses después, el Director del orfanato estaba de visita en Estados Unidos. Quería visitar todas las Iglesias que lo habían ayudado cuando estaba en China, así que llegó un domingo en la noche a la pequeña Iglesia a donde asistía mi abuelo en Chicago. Mi abuelo y su familia estaban sentados entre los fieles, como de costumbre.

El misionero empezó por agradecer a la gente por su bondad al apoyar al orfanato con sus donaciones. “Pero más que nada”, dijo “Debo agradecerles por los lentes que mandaron. Verán, los comunistas habían entrado al orfanato, destruyendo todo lo que teníamos, incluyendo mis lentes.

¡Estaba desesperado! Aún y cuando tuviera el dinero para comprar otros, no había donde. Además de no poder ver bien, todos los días tenía fuertes dolores de cabeza, así que mis compañeros y yo estuvimos pidiendo mucho a Dios por esto. Entonces llegaron sus donaciones....

Cuando mis compañeros sacaron todo, encontraron unos lentes dentro de una de las cajas”. Me puse los lentes y eran como si los hubieran mandado hacer justo para mí!,
 ¡Quiero agradecerles por ser parte de esto!”.

Toda las personas escucharon, y estaban contentos por los lentes milagrosos. Pero el misionero debió haberse confundido de Iglesia, pensaron. No había ningunos lentes en la
 lista de productos que habían enviado a China...

Sentado atrás en silencio, con lágrimas en sus ojos, un carpintero ordinario se daba cuenta de que el Carpintero Maestro lo había utilizado de una manera extraordinaria...

La obra de Dios no las hacen personas extraordinarias, sino personas ordinarias que están comprometidas con Él...

Reúne a miles hostia que sangra